2007/01/15

URTARRILAK 5 (6): Jaunaren Agerkundea (Erregen)


Dimasen HILETETAN

 

    Senideok: Jainkoak beragazko maitasun hartu-emonetara dei­tzen gaitula ikusi dogu egunotan, eta gure artean ume lez jaio dala ospatu dogu. Gehiago oraindino, senideok, Jainkoaren maitasuna ez da gizaki batzuontzat bakarrik, gizaki guztientzat baino, aldi eta leku guztietakoentzat baino. Horixe da gaurko liturgiak agertzen deuskuna, Sortaldeko Magoen irudipean.

    Estamos celebrando estos días el deseo de Dios de hacernos partícipes de su amor; un amor —como lo acabamos de ver en las lecturas— que se extiende a todos los pueblos. Y es en ese marco donde nosotros nos presentamos no sólo con nuestras alegrías festivas, sino también con las penas del fallecimiento de un familiar (en este caso, de Dimas), de la barbarie de un atentado que se cobra vidas humanas sencillas; de la locura del disfrute sensual y de emociones fuertes... Y nos resistimos que tengan el mismo final las vidas cargadas de amor y entregadas en el día a día, y las consumidas a expensas de los demás.

    En las primeras Dios se nos hace presente y vemos lo pequeño que es, lo débil que es, lo marginado que está... Si bien la llamada de Dios a disfrutar de su amor, y hacer disfrutar del mismo a los demás, es universal, ¡qué distinta la respuesta que se da!

    En el evangelio se nos ha presentado con claridad: la estrella brilla... para quien sabe buscar, indagar, profundizar. Y esa experiencia les lleva a unirse a los buscadores, aunque en un principio no se conozcan: son los tres Magos o Sabios de Oriente. La búsqueda de Dios une, mientras en la mismísima ciudad donde creen tener a Dios la gente vive sumida en la oscuridad..., de sus ritos, de su poder y de sus frivolidades... Ignorar a Dios sume en la oscuridad, la esclavitud, la ignorancia... Y la noticia de Dios despierta los instintos asesinos (como en Herodes), ante el temor de perder el estatus de que se disfruta.

    Los Magos representan a las personas que no se contentan con su estatus, que buscan, que salen de sus posiciones cómodas, al encuentro de Dios, que es el único bien por el que merece la pena entregar la vida. Es algo que no lo comprenden quienes se aferran a sus ritos o a su poder, a su comodidad...

    ¿Cómo hemos entendido o entendemos nosotros a Dios? ¿Como el que puede hacernos disfrutar de nuestros sentidos, al margen —o incluso a expensas— de nuestros semejantes? Esto supondría privatizar a Dios, que es un amor que se abre a todos, y a todos los hombres-mujeres los tiene por hijos-as.

    Buscar al Dios que nos ama, y es capaz de dar su vida por amor, que prefiere a los débiles, los marginados, los pecadores, los nadie, compromete, desinstala, pero hace vivir la vida en profundidad, como lo hace una madre de familia, una esposa entregada, un emigrante que arriesga su vida para alimentar a su familia..., aunque terminen exhaustos, o asesinados o incomprendidos por quienes son incapaces de mirar un poco más allá de sí mismos...

    A veces, a nuestra pretendida fe le falta esta mirada amplia, universal del amor de Dios, y nos ahogamos en nuestros problemas diarios o en los ritos vacíos. Tanto, que somos incapaces de mirar más allá de los mismos, y sólo nos apetece poder llegar a fin de mes, disfrutar de cenas con los amigos, de viajes de placer, y que nos eviten problemas. Cuando, por el contrario, somos capaces de responder a los impulsos del amor, y buscamos a Dios, a pesar de las dificultades que interponen los Herodes o los Sumos Sacerdotes y Escribas, que se aferran a sus tradiciones, ignorándolas, y desentendiéndose de los pequeños, nuestra debilidad se ve fortalecida, porque la estrella no desaparece del todo, sino que nos sigue guiando hasta poder depositar a los pies del Niño Dios nuestro pobre y humilde servicio.

    ¿Será un engaño? ¡Eso les parece a muchos!, incapaces de levantar la mirada y ver la Estrella. Pero los Magos pudieron volver por otro camino; por el camino de la solidaridad, el servicio, el amor, que, a pesar de todo, se irá abriendo camino. ¿Te apuntas? Hazlo uniéndote a los demás buscadores, con la confianza plena en Dios, que quiere que todos disfrutemos de su amor. Como ya hoy estará disfrutando de él nuestro hermano Dimas.