2006/09/16

24º Domingo del T. O. /B (sábado)

En el funeral de...

2006/09/16


Hermanos: de muchas maneras nos llama Dios a escuchar su Palabra para orientar nuestras vidas hacia la plenitud de su amor, donde ha acogido hoy a nuestro hermano N. No perdamos la oportunidad que nos brinda, de agradecerle los años que ha vivido, y todo lo que ha sido y ha hecho. Seamos agradecidos. Y la forma de ser agradecidos es ponernos a la escucha (1ª lectura: el Señor me espabila el oído...), y tratar de hacer realidad en nuestra vida de cada día lo que él espera de nosotros.

Y no es cosa fácil. La primera lectura nos ha dado la visión del sufrimiento y padecimiento del Siervo de Dios. El Siervo se apoya en Dios, confía en él, él es su fuerza y la razón de su existencia..., pero se encuentra con unas dificultades en las que Dios manifiesta su ausencia. ¿Dónde está Dios?

Santiago, en la segunda lectura, nos ha instado a que hagamos fructificar la fe; una fe sin obras es una fe muerta. Pero ¿qué obras manifiestan que la fe está viva? Es una pregunta a la que sólo los buscadores se atreven a responder, aun a riesgo de equivocarse.

Se concreta esto en el evangelio. Jesús está empeñado en instruir a sus discípulos. Y ¡qué difícil le resulta! Descubrámonos a nosotros mismos en esa perícopa evangélica. ¿En qué piensa Jesús? ¿De qué se preocupan, sin embargo, sus discípulos? ¡Qué diferencia! Mientras Jesús habla de su muerte, los discípulos discuten sobre quién sería el más importante en el reino a inaugurar. ¡No lo han entendido!

El concepto que podemos tener de Dios, de la bondad o de la verdad y la justicia, la idea que nos hayamos hecho de la fe o de la salvación... puede obcecarnos e impedirnos verle y oírle a Jesús. La respuesta que podamos darle no vale, porque es "de libro": «tú eres el Mesías». Jesús le prohíbe airearlo, porque no es el Mesías que la gente espera.; su mesianismo defrauda.

Dios quiere abrirse camino entre nosotros, sus hijos e hijas. Pero nos encuentra demasiado atareados, o despistados o entretenidos, sin ganas de escucharle, y errando los caminos de la salvación. No somos más humanos cuanto más tenemos, o de más nos hacemos servir, sino cuánto más servimos, amamos y nos entregamos, aunque ello nos haga sufrir, o incluso nos lleve a la muerte.

¿Verdad que esto no queremos entenderlo, y menos asumirlo? Por eso necesitamos que Jesús nos instruya, nos disipe las dudas y nos haga sustento y apoyo a los unos de los otros.

Señor Jesús, Siervo de Dios, a quien cada día espabila el oído
pero, a cambio, recibe golpes, insultos y salivazos
de los mismos que pretenden honrar a Dios:
míranos a tus discípulos de hoy un tanto despistados,
o demasiado seguros en unas prácticas de fe infructuosas,
despiértanos, instrúyenos y fortalece nuestra debilidad
para que, sin temor y con humildad, seamos tus testigos de hoy.
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